dilluns, 18 d’agost del 2008

Lecturas estivales (IV)

En estos tiempos del lenguaje políticamente correcto donde uno se pude jugar el puesto por no escribir como un gilipollas utilizando @ y os/as, retomar la obra de un misógino declarado que se meo en la cara de la mitad de sus conciudadanos casi podría parecer un delito.

Me refiero a Henry Miller y a la obra "Trópico de Cáncer". Cada coma de este libro, cada frase, parece una puñalada a la sociedad que le tocó vivir; un texto en la que la dureza de las palabras puede hacerte sentir incluso la frialdad del metal abriéndose paso entre la víctima a la que despelleja.

Es la obra de un genio hastiado por la mediocridad norteamericana y la decadencia europea, de que la sirvan de ejemplo estas líneas:

"¡Dios! ¿en qué me he convertido? ¿qué derecho tenéis, todos vosotros, a entorpecer mi vida, a robarme el tiempo, a explorar mi vida, a chupar mis pensamientos, a considerarme vuestro compañero, confidente y oficina de información? ¿por quién me tomais? ¿acaso soy un animador a sueldo, a quien exigen cada mañana que represente una farsa intelectual ante vuestras estúpidas narices? ¿Es que soy un esclavo, comprado y pagada, para arrastrar el vientre por el suelo ante vosotros, holgazanes, y poner a vuestros pies todo lo que hago y todo lo que sé? ¿soy acaso una prostituta en un burdel que ha de levantarse las faldas o quitarse la camisa a petición del primer hombre vestido con traje a medida que se presente?

Soy un hombre que desearía vivir una vida heroica, hacer el mundo más soportable a su vista. Si, en algún momento de debilidad, de relajación, de necesidad, me desahogo dejando escapar un poco de cólera ardiente cristalizada en palabras (un sueño apasionado, envuelto y atado con imágenes), pues ... tomadlo o dejadlo... ¡pero no me molesteis!

Soy un hombre libre... y necesito mi libertad. Necesito estar solo. Necesito meditar sobre mi vergüenza y mi desesperación en soledad; necesito el sol y los adoquines de las calles sin compañía, sin conversación, cara a cara conmigo mismo, con la compañía exclusiva de la música de mi corazón. ¿Qué quereis de mi? Cuando tengo algo que decir, lo publico. Cuando tengo algo que dar, lo doy. ¡Vuestra inquisitiva curiosidad me revuelve el estómago! ¡Vuestros cumplidos me humillan! ¡Vuestro té me envenena! No debo nada a nadie. Sólo sería responsable ante Dios... ¡Si existiera!"


Para aquellos que rechazamos el servilismo judeo-cristiano en el que nos educan, obras como las de Miller o Herman Hesse son un regocijo mental, un oasis entre la mediocridad de la falsa modestia.

No olvidemos que cambiar el mundo de base, no suponde derribar solo una estructura económica sino toda su fundamentación y excusa montada en leyendas, mitos, deidades y roles sociales preestablecidos de tal manera que su quebranto parece un ataque directo a toda la sociedad. Y es que en el fondo lo sería, ¿os imaginais acaso un Presidente del Gobierno que en el primer mitin de campaña diga que no cree en Dios?

Seamos libres, atrevámonos a Ser.

Reir o llorar