dilluns, 26 de gener del 2009

Niñata mentirosa

Algunas personas son tan imbéciles que piensan que los demás somos tontos. Otras son tan tontas que olvidan que son ineptas.

diumenge, 25 de gener del 2009

Nuestros mayores

De cuando en cuando, la sinrazón de la incontrolable “agenda” nos puede hacer perder la perspectiva sobre la fundamentación y la base de nuestras actuaciones. Afortunadamente cuando los pies se separan del suelo siempre aparece alguien que te recuerda que tienes tras tus pasos décadas de lucha. Personas que te recuerdan que otro mundo no solo es posible sino también necesario.

En definitiva, el eterno recordatorio de nuestros mayores de porque el corazón bombea nuestra roja sangre desde la izquierda.

dimecres, 21 de gener del 2009

Discurso Presidente Obama

Por error (constatado por "Algodom") he subido el discurso que dio Obama tras ganar las elecciones. Como puede resultar interesante comparar el tono de ambas oratorias, subsano el error subiendo a continuación el discurso tras su jura como Presidente dejando al final el otro:

Queridos conciudadanos:
Me presento aquí hoy humildemente consciente de la tarea que nos aguarda, agradecido por la confianza que habéis depositado en mí, conocedor de los sacrificios que hicieron nuestros antepasados. Doy gracias al presidente Bush por su servicio a nuestra nación y por la generosidad y la cooperación que ha demostrado en esta transición.
Son ya 44 los estadounidenses que han prestado juramento como presidentes. Lo han hecho durante mareas de prosperidad y en aguas pacíficas y tranquilas. Sin embargo, en ocasiones, este juramento se ha prestado en medio de nubes y tormentas. En esos momentos, Estados Unidos ha seguido adelante, no sólo gracias a la pericia o la visión de quienes ocupaban el cargo, sino porque Nosotros, el Pueblo, hemos permanecido fieles a los ideales de nuestros antepasados y a nuestros documentos fundacionales. Así ha sido. Y así debe ser con esta generación de estadounidenses.
Es bien sabido que estamos en medio de una crisis. Nuestro país está en guerra contra una red de violencia y odio de gran alcance. Nuestra economía se ha debilitado enormemente, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos, pero también por nuestra incapacidad colectiva de tomar decisiones difíciles y preparar a la nación para una nueva era. Se han perdido casas; se han eliminado empleos; se han cerrado empresas. Nuestra sanidad es muy cara; nuestras escuelas tienen demasiados fallos; y cada día trae nuevas pruebas de que nuestros usos de la energía fortalecen a nuestros adversarios y ponen en peligro el planeta.
Estos son indicadores de una crisis, sujetos a datos y estadísticas. Menos fácil de medir pero no menos profunda es la destrucción de la confianza en todo nuestro territorio, un temor persistente de que el declive de Estados Unidos es inevitable y la próxima generación tiene que rebajar sus miras. Hoy os digo que los problemas que nos aguardan son reales. Son graves y son numerosos. No será fácil resolverlos, ni podrá hacerse en poco tiempo. Pero debes tener clara una cosa, América: los resolveremos.
Hoy estamos reunidos aquí porque hemos escogido la esperanza por encima del miedo, el propósito común por encima del conflicto y la discordia. Hoy venimos a proclamar el fin de las disputas mezquinas y las falsas promesas, las recriminaciones y los dogmas gastados que durante tanto tiempo han sofocado nuestra política.
Seguimos siendo una nación joven, pero, como dicen las Escrituras, ha llegado la hora de dejar a un lado las cosas infantiles. Ha llegado la hora de reafirmar nuestro espíritu de resistencia; de escoger lo mejor que tiene nuestra historia; de llevar adelante ese precioso don, esa noble idea, transmitida de generación en generación: la promesa hecha por Dios de que todos somos iguales, todos somos libres, y todos merecemos una oportunidad de buscar toda la felicidad que nos sea posible.
Al reafirmar la grandeza de nuestra nación, sabemos que esa grandeza no es nunca un regalo. Hay que ganársela. Nuestro viaje nunca ha estado hecho de atajos ni se ha conformado con lo más fácil. No ha sido nunca un camino para los pusilánimes, para los que prefieren el ocio al trabajo, o no buscan más que los placeres de la riqueza y la fama. Han sido siempre los audaces, los más activos, los constructores de cosas -algunos reconocidos, pero, en su mayoría, hombres y mujeres cuyos esfuerzos permanecen en la oscuridad- los que nos han impulsado en el largo y arduo sendero hacia la prosperidad y la libertad.
Por nosotros empaquetaron sus escasas posesiones terrenales y cruzaron océanos en busca de una nueva vida. Por nosotros trabajaron en condiciones infrahumanas y colonizaron el Oeste; soportaron el látigo y labraron la dura tierra. Por nosotros combatieron y murieron en lugares como Concord y Gettysburg, Normandía y Khe Sahn. Una y otra vez, esos hombres y mujeres lucharon y se sacrificaron y trabajaron hasta tener las manos en carne viva, para que nosotros pudiéramos tener una vida mejor. Vieron que Estados Unidos era más grande que la suma de nuestras ambiciones individuales; más grande que todas las diferencias de origen, de riqueza, de partido.
Ése es el viaje que hoy continuamos. Seguimos siendo el país más próspero y poderoso de la Tierra. Nuestros trabajadores no son menos productivos que cuando comenzó esta crisis. Nuestras mentes no son menos imaginativas, nuestros bienes y servicios no son menos necesarios que la semana pasada, el mes pasado ni el año pasado. Nuestra capacidad no ha disminuido. Pero el periodo del inmovilismo, de proteger estrechos intereses y aplazar decisiones desagradables ha terminado; a partir de hoy, debemos levantarnos, sacudirnos el polvo y empezar a trabajar para reconstruir Estados Unidos.
Porque, miremos donde miremos, hay trabajo que hacer. El estado de la economía exige actuar con audacia y rapidez, y vamos a actuar; no sólo para crear nuevos puestos de trabajo, sino para sentar nuevas bases de crecimiento. Construiremos las carreteras y los puentes, las redes eléctricas y las líneas digitales que nutren nuestro comercio y nos unen a todos. Volveremos a situar la ciencia en el lugar que le corresponde y utilizaremos las maravillas de la tecnología para elevar la calidad de la atención sanitaria y rebajar sus costes. Aprovecharemos el sol, los vientos y la tierra para hacer funcionar nuestros coches y nuestras fábricas. Y transformaremos nuestras escuelas y nuestras universidades para que respondan a las necesidades de una nueva era. Podemos hacer todo eso. Y todo lo vamos a hacer.
Ya sé que hay quienes ponen en duda la dimensión de mis ambiciones, quienes sugieren que nuestro sistema no puede soportar demasiados grandes planes. Tienen mala memoria. Porque se han olvidado de lo que ya ha hecho este país; de lo que los hombres y mujeres libres pueden lograr cuando la imaginación se une a un propósito común y la necesidad al valor.
Lo que no entienden los escépticos es que el terreno que pisan ha cambiado, que las manidas discusiones políticas que nos han consumido durante tanto tiempo ya no sirven. La pregunta que nos hacemos hoy no es si nuestro gobierno interviene demasiado o demasiado poco, sino si sirve de algo: si ayuda a las familias a encontrar trabajo con un sueldo decente, una sanidad que puedan pagar, una jubilación digna. En los programas en los que la respuesta sea sí, seguiremos adelante. En los que la respuesta sea no, los programas se cancelarán. Y los que manejemos el dinero público tendremos que responder de ello -gastar con prudencia, cambiar malos hábitos y hacer nuestro trabajo a la luz del día-, porque sólo entonces podremos restablecer la crucial confianza entre el pueblo y su gobierno.
Tampoco nos planteamos si el mercado es una fuerza positiva o negativa. Su capacidad de generar riqueza y extender la libertad no tiene igual, pero esta crisis nos ha recordado que, sin un ojo atento, el mercado puede descontrolarse, y que un país no puede prosperar durante mucho tiempo cuando sólo favorece a los que ya son prósperos. El éxito de nuestra economía ha dependido siempre, no sólo del tamaño de nuestro producto interior bruto, sino del alcance de nuestra prosperidad; de nuestra capacidad de ofrecer oportunidades a todas las personas, no por caridad, sino porque es la vía más firme hacia nuestro bien común.
En cuanto a nuestra defensa común, rechazamos como falso que haya que elegir entre nuestra seguridad y nuestros ideales. Nuestros Padres Fundadores, enfrentados a peligros que apenas podemos imaginar, elaboraron una carta que garantizase el imperio de la ley y los derechos humanos, una carta que se ha perfeccionado con la sangre de generaciones. Esos ideales siguen iluminando el mundo, y no vamos a renunciar a ellos por conveniencia. Por eso, a todos los demás pueblos y gobiernos que hoy nos contemplan, desde las mayores capitales hasta la pequeña aldea en la que nació mi padre, os digo: sabed que Estados Unidos es amigo de todas las naciones y todos los hombres, mujeres y niños que buscan paz y dignidad, y que estamos dispuestos a asumir de nuevo el liderazgo.
Recordemos que generaciones anteriores se enfrentaron al fascismo y el comunismo no sólo con misiles y carros de combate, sino con alianzas sólidas y convicciones duraderas. Comprendieron que nuestro poder no puede protegernos por sí solo, ni nos da derecho a hacer lo que queramos. Al contrario, sabían que nuestro poder crece mediante su uso prudente; nuestra seguridad nace de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y la moderación que deriva de la humildad y la contención.
Somos los guardianes de este legado. Guiados otra vez por estos principios, podemos hacer frente a esas nuevas amenazas que exigen un esfuerzo aún mayor, más cooperación y más comprensión entre naciones. Empezaremos a dejar Irak, de manera responsable, en manos de su pueblo, y a forjar una merecida paz en Afganistán. Trabajaremos sin descanso con viejos amigos y antiguos enemigos para disminuir la amenaza nuclear y hacer retroceder el espectro del calentamiento del planeta. No pediremos perdón por nuestra forma de vida ni flaquearemos en su defensa, y a quienes pretendan conseguir sus objetivos provocando el terror y asesinando a inocentes les decimos que nuestro espíritu es más fuerte y no podéis romperlo; no duraréis más que nosotros, y os derrotaremos.
Porque sabemos que nuestra herencia multicolor es una ventaja, no una debilidad. Somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos e hindúes, y no creyentes. Somos lo que somos por la influencia de todas las lenguas y todas las culturas de todos los rincones de la Tierra; y porque probamos el amargo sabor de la guerra civil y la segregación, y salimos de aquel oscuro capítulo más fuertes y más unidos, no tenemos más remedio que creer que los viejos odios desaparecerán algún día; que las líneas tribales pronto se disolverán; y que Estados Unidos debe desempeñar su papel y ayudar a iniciar una nueva era de paz.
Al mundo musulmán: buscamos un nuevo camino hacia adelante, basado en intereses mutuos y mutuo respeto. A esos líderes de todo el mundo que pretenden sembrar el conflicto o culpar de los males de su sociedad a Occidente: sabed que vuestro pueblo os juzgará por lo que seáis capaces de construir, no por lo que destruyáis. A quienes se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y acallando a los que disienten, tened claro que la historia no está de vuestra parte; pero estamos dispuestos a tender la mano si vosotros abrís el puño.
A los habitantes de los países pobres: nos comprometemos a trabajar a vuestro lado para conseguir que vuestras granjas florezcan y que fluyan aguas potables; para dar de comer a los cuerpos desnutridos y saciar las mentes sedientas. Y a esas naciones que, como la nuestra, disfrutan de una relativa riqueza, les decimos que no podemos seguir mostrando indiferencia ante el sufrimiento que existe más allá de nuestras fronteras, ni podemos consumir los recursos mundiales sin tener en cuenta las consecuencias. Porque el mundo ha cambiado, y nosotros debemos cambiar con él.
Mientras reflexionamos sobre el camino que nos espera, recordamos con humilde gratitud a esos valerosos estadounidenses que en este mismo instante patrullan desiertos lejanos y montañas remotas. Tienen cosas que decirnos, del mismo modo que los héroes caídos que yacen en Arlington nos susurran a través del tiempo. Les rendimos homenaje no sólo porque son guardianes de nuestra libertad, sino porque encarnan el espíritu de servicio, la voluntad de encontrar sentido en algo más grande que ellos mismos. Y sin embargo, en este momento -un momento que definirá a una generación-, ese espíritu es precisamente el que debe llenarnos a todos.
Porque, con todo lo que el gobierno puede y debe hacer, a la hora de la verdad, la fe y el empeño del pueblo norteamericano son el fundamento supremo sobre el que se apoya esta nación. La bondad de dar cobijo a un extraño cuando se rompen los diques, la generosidad de los trabajadores que prefieren reducir sus horas antes que ver cómo pierde su empleo un amigo: eso es lo que nos ayuda a sobrellevar los tiempos más difíciles. Es el valor del bombero que sube corriendo por una escalera llena de humo, pero también la voluntad de un padre de cuidar de su hijo; eso es lo que, al final, decide nuestro destino.
Nuestros retos pueden ser nuevos. Los instrumentos con los que los afrontamos pueden ser nuevos. Pero los valores de los que depende nuestro éxito -el esfuerzo y la honradez, el valor y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo- son algo viejo. Son cosas reales. Han sido el callado motor de nuestro progreso a lo largo de la historia. Por eso, lo que se necesita es volver a estas verdades. Lo que se nos exige ahora es una nueva era de responsabilidad, un reconocimiento, por parte de cada estadounidense, de que tenemos obligaciones con nosotros mismos, nuestro país y el mundo; unas obligaciones que no aceptamos a regañadientes sino que asumimos de buen grado, con la firme convicción de que no existe nada tan satisfactorio para el espíritu, que defina tan bien nuestro carácter, como la entrega total a una tarea difícil.
Éste es el precio y la promesa de la ciudadanía.
Ésta es la fuente de nuestra confianza; la seguridad de que Dios nos pide que dejemos huella en un destino incierto.
Éste es el significado de nuestra libertad y nuestro credo, por lo que hombres, mujeres y niños de todas las razas y todas las creencias pueden unirse en celebración en este grandioso Mall y por lo que un hombre a cuyo padre, no hace ni 60 años, quizá no le habrían atendido en un restaurante local, puede estar ahora aquí, ante vosotros, y prestar el juramento más sagrado.
Marquemos, pues, este día con el recuerdo de quiénes somos y cuánto camino hemos recorrido. En el año del nacimiento de Estados Unidos, en el mes más frío, un pequeño grupo de patriotas se encontraba apiñado en torno a unas cuantas hogueras mortecinas a orillas de un río helado. La capital estaba abandonada. El enemigo avanzaba. La nieve estaba manchada de sangre. En un momento en el que el resultado de nuestra revolución era completamente incierto, el padre de nuestra nación ordenó que leyeran estas palabras:
"Que se cuente al mundo futuro... que en el más profundo invierno, cuando no podía sobrevivir nada más que la esperanza y la virtud... la ciudad y el campo, alarmados ante el peligro común, se apresuraron a hacerle frente".
América. Ante nuestros peligros comunes, en este invierno de nuestras dificultades, recordemos estas palabras eternas. Con esperanza y virtud, afrontemos una vez más las corrientes heladas y soportemos las tormentas que puedan venir. Que los hijos de nuestros hijos puedan decir que, cuando se nos puso a prueba, nos negamos a permitir que se interrumpiera este viaje, no nos dimos la vuelta ni flaqueamos; y que, con la mirada puesta en el horizonte y la gracia de Dios con nosotros, seguimos llevando hacia adelante el gran don de la libertad y lo entregamos a salvo a las generaciones futuras.
Gracias, que Dios os bendiga, que Dios bendiga a América.




Aqui os dejo el primer discurso de Obama como Presidente de los EUA que subieron al face los compañeros de UGT JUVENTUD MADRID (os he dicho alguna vez eso de envidia sana?).

Si todavía queda alguien por ahí que aún duda de que Estados Unidos es un lugar donde todo es posible, quien todavía se pregunta si el sueño de nuestros fundadores sigue vivo en nuestros tiempos, quien todavía cuestiona la fuerza de nuestra democracia, esta noche es su respuesta.

Es la respuesta dada por las colas que se extendieron alrededor de escuelas e iglesias en un número cómo esta nación jamás ha visto, por las personas que esperaron tres horas y cuatro horas, muchas de ellas por primera vez en sus vidas, porque creían que esta vez tenía que ser distinta, y que sus voces podrían suponer esa diferencia.

Es la respuesta pronunciada por los jóvenes y los ancianos, ricos y pobres, demócratas y republicanos, negros, blancos, hispanos, indígenas, homosexuales, heterosexuales, discapacitados o no discapacitados. Estadounidenses que transmitieron al mundo el mensaje de que nunca hemos sido simplemente una colección de individuos ni una colección de estados rojos y estados azules.

Somos, y siempre seremos, los Estados Unidos de América.

Es la respuesta que condujo a aquellos que durante tanto tiempo han sido aconsejados a ser escépticos y temerosos y dudosos sobre lo que podemos lograr, a poner manos al arco de la Historia y torcerlo una vez más hacia la esperanza en un día mejor.

Ha tardado tiempo en llegar, pero esta noche, debido a lo que hicimos en esta fecha, en estas elecciones, en este momento decisivo, el cambio ha venido a Estados Unidos.

Esta noche, recibí una llamada extraordinariamente cortés del senador McCain.

El senador McCain luchó larga y duramente en esta campaña. Y ha luchado aún más larga y duramente por el país que ama. Ha aguantado sacrificios por Estados Unidos que no podemos ni imaginar. Todos nos hemos beneficiado del servicio prestado por este líder valiente y abnegado.

Le felicito; felicito a la gobernadora Palin por todo lo que han logrado. Y estoy deseando colaborar con ellos para renovar la promesa de esa nación durante los próximos meses.

Quiero agradecer a mi socio en este viaje, un hombre que hizo campaña desde el corazón, e hizo de portavoz de los hombres y las mujeres con quienes se crío en las calles de Scranton y con quienes viajaba en tren de vuelta a su casa en Delaware, el vicepresidente electo de los Estados Unidos, Joe Biden
Y no estaría aquí esta noche sin el respaldo infatigable de mi mejor amiga durante los últimos 16 años, la piedra de nuestra familia, el amor de mi vida, la próxima primera dama de la nación, Michelle Obama.

Sasha y Malia, os quiero a las dos más de lo que podéis imaginar. Y os habéis ganado el nuevo cachorro que nos acompañará hasta la nueva Casa Blanca. Y aunque ya no está con nosotros, sé que mi abuela nos está viendo, junto con la familia que hizo de mí lo que soy. Los echo en falta esta noche. Sé que mi deuda para con ellos es incalculable

A mi hermana Maya, mi hermana Alma, al resto de mis hermanos y hermanas, muchísimas gracias por todo el respaldo que me habéis aportado. Estoy agradecido a todos vosotros. Y a mi director de campaña, David Plouffe, el héroe no reconocido de esta campaña, quien construyó la mejor, la mejor campaña política, creo, en la Historia de los Estados Unidos de América.

A mi estratega en jefe, David Axelrod, quien ha sido un socio mío a cada paso del camino. Al mejor equipo de campaña que se ha compuesto en la historia de la política. Vosotros hicisteis realidad esto, y estoy agradecido para siempre por lo que habéis sacrificado para lograrlo.

Pero sobre todo, no olvidaré a quién pertenece de verdad esta victoria. Os pertenece a vosotros. Os pertenece a vosotros.

Nunca parecí el aspirante a este cargo con más posibilidades. No comenzamos con mucho dinero ni con muchos avales. Nuestra campaña no fue ideada en los pasillos de Washington. Se inició en los jardines traseros de Des Moines y en los cuartos de estar de Concord y en los porches de Charleston. Fue construida por los trabajadores y las trabajadoras que recurrieron a los pocos ahorros que tenían para donar a la causa cinco dólares y diez dólares y veinte dólares

Adquirió fuerza de los jóvenes que rechazaron el mito de la apatía de su generación, que dejaron atrás sus casas y sus familiares para hacer trabajos que les procuraron poco dinero y menos sueño.

Adquirió fuerza de las personas no tan jóvenes que hicieron frente al gélido frío y el ardiente calor para llamar a las puertas de desconocidos y de los millones de estadounidenses que se ofrecieron voluntarios y organizaron y demostraron que, más de dos siglos después, un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no se ha desvanecido de la Tierra.

Esta es vuestra victoria.

Y sé que no lo hicisteis sólo para ganar unas elecciones. Y sé que no lo hicisteis por mí. Lo hicisteis porque entendéis la magnitud de la tarea que queda por delante. Mientras celebramos esta noche, sabemos que los retos que nos traerá el día de mañana son los mayores de nuestras vidas -dos guerras, un planeta en peligro, la peor crisis financiera desde hace un siglo-.

Mientras estamos aquí esta noche, sabemos que hay estadounidenses valientes que se despiertan en los desiertos de Irak y las montañas de Afganistán para jugarse la vida por nosotros.

Hay madres y padres que se quedarán desvelados en la cama después de que los niños se hayan dormido y se preguntarán cómo pagarán la hipoteca o las facturas médicas o ahorrar lo suficiente para la educación universitaria de sus hijos.

Hay nueva energía por aprovechar, nuevos puestos de trabajo por crear, nuevas escuelas por construir, y amenazas por contestar, alianzas por reparar.

El camino por delante será largo. La subida será empinada. Puede que no lleguemos en un año ni en un mandato. Sin embargo, Estados Unidos, nunca he estado tan esperanzado como estoy esta noche de que llegaremos.

Os prometo que, nosotros, como pueblo, llegaremos
Habrá percances y comienzos en falso. Hay muchos que no estarán de acuerdo con cada decisión o política mía cuando sea presidente. Y sabemos que el gobierno no puede solucionar todos los problemas.

Pero siempre seré sincero con vosotros sobre los retos que nos afrontan. Os escucharé, sobre todo cuando discrepamos. Y sobre todo, os pediré que participéis en la labor de reconstruir esta nación, de la única forma en que se ha hecho en Estados Unidos durante 221 años bloque por bloque, ladrillo por ladrillo, mano encallecida sobre mano encallecida.

Lo que comenzó hace 21 meses en pleno invierno no puede terminar en esta noche otoñal. Esta victoria en sí misma no es el cambio que buscamos. Es sólo la oportunidad para que hagamos ese cambio. Y eso no puede suceder si volvemos a como era antes. No puede suceder sin vosotros, sin un nuevo espíritu de sacrificio.

Así que hagamos un llamamiento a un nuevo espíritu del patriotismo, de responsabilidad, en que cada uno echa una mano y trabaja más y se preocupa no sólo de nosotros mismos sino el uno del otro.

Recordemos que, si esta crisis financiera nos ha enseñado algo, es que no puede haber un Wall Street (sector financiero) próspero mientras que Main Street (los comercios de a pie) sufren.

En este país, avanzamos o fracasamos como una sola nación, como un solo pueblo. Resistamos la tentación de recaer en el partidismo y mezquindad e inmadurez que han intoxicado nuestra vida política desde hace tanto tiempo.

Recordemos que fue un hombre de este estado quien llevó por primera vez a la Casa Blanca la bandera del Partido Republicano, un partido fundado sobre los valores de la autosuficiencia y la libertad del individuo y la unidad nacional.

Esos son valores que todos compartimos. Y mientras que el Partido Demócrata ha logrado una gran victoria esta noche, lo hacemos con cierta humildad y la decisión de curar las divisiones que han impedido nuestro progreso.

Como dijo Lincoln a una nación mucho más dividida que la nuestra, no somos enemigos sino amigos. Aunque las pasiones los hayan puesto bajo tensión, no deben romper nuestros lazos de afecto.

Y a aquellos estadounidenses cuyo respaldo me queda por ganar, puede que no haya obtenido vuestro voto esta noche, pero escucho vuestras voces. Necesito vuestra ayuda. Y seré vuestro presidente, también.

Y a todos aquellos que nos ven esta noche desde más allá de nuestras costas, desde parlamentos y palacios, a aquellos que se juntan alrededor de las radios en los rincones olvidados del mundo, nuestras historias son diversas, pero nuestro destino es compartido, y llega un nuevo amanecer de liderazgo estadounidense.

A aquellos, a aquellos que derrumbarían al mundo: os vamos a vencer. A aquellos que buscan la paz y la seguridad: os apoyamos. Y a aquellos que se preguntan si el faro de Estados Unidos todavía ilumina tan fuertemente: esta noche hemos demostrado una vez más que la fuerza auténtica de nuestra nación procede no del poderío de nuestras armas ni de la magnitud de nuestra riqueza sino del poder duradero de nuestros ideales; la democracia, la libertad, la oportunidad y la esperanza firme.

Allí está la verdadera genialidad de Estados Unidos: que Estados Unidos puede cambiar. Nuestra unión se puede perfeccionar. Lo que ya hemos logrado nos da esperanza con respecto a lo que podemos y tenemos que lograr mañana.

Estas elecciones contaron con muchas primicias y muchas historias que se contarán durante siglos. Pero una que tengo en mente esta noche trata de una mujer que emitió su papeleta en Atlanta. Ella se parece mucho a otros que guardaron cola para hacer oír su voz en estas elecciones, salvo por una cosa: Ann Nixon Cooper tiene 106 años.

Nació sólo una generación después de la esclavitud; en una era en que no había automóviles por las carreteras ni aviones por los cielos; cuando alguien como ella no podía votar por dos razones -porque era mujer y por el color de su piel. Y esta noche, pienso en todo lo que ella ha visto durante su siglo en Estados Unidos- la desolación y la esperanza, la lucha y el progreso; las veces que nos dijeron que no podíamos y la gente que se esforzó por continuar adelante con ese credo estadounidense: Sí podemos.

En tiempos en que las voces de las mujeres fueron acalladas y sus esperanzas descartadas, ella sobrevivió para verlas levantarse, expresarse y alargar la mano hacia la papeleta. Sí podemos. Cuando había desesperación y una depresión a lo largo del país, ella vio cómo una nación conquistó el propio miedo con un Nuevo Arreglo, nuevos empleos y un nuevo sentido de propósitos comunes.

Sí podemos
Cuando las bombas cayeron sobre nuestro puerto y la tiranía amenazó al mundo, ella estaba allí para ser testigo de cómo una generación respondió con grandeza y la democracia fue salvada.

Sí podemos.

Ella estaba allí para los autobuses de Montgomery, las mangas de riego en Birmingham, un puente en Selma y un predicador de Atlanta que dijo a un pueblo: "Lo superaremos".

Sí podemos.

Un hombre llegó a la luna, un muro cayó en Berlín y un mundo se interconectó a través de nuestra ciencia e imaginación.

Y este año, en estas elecciones, ella tocó una pantalla con el dedo y votó, porque después de 106 años en Estados Unidos, durante los tiempos mejores y las horas más negras, ella sabe cómo Estados Unidos puede cambiar.

Sí podemos.

Estados Unidos, hemos avanzado mucho. Hemos visto mucho. Pero queda mucho más por hacer. Así que, esta noche, preguntémonos -si nuestros hijos viven hasta ver el próximo siglo, si mis hijas tienen tanta suerte como para vivir tanto tiempo como Ann Nixon Cooper, ¿qué cambio verán? ¿Qué progreso habremos hecho?

Esta es nuestra oportunidad de responder a ese llamamiento. Este es nuestro momento. Estos son nuestros tiempos, para dar empleo a nuestro pueblo y abrir las puertas de la oportunidad para nuestros pequeños; para restaurar la prosperidad y fomentar la causa de la paz; para recuperar el sueño americano y reafirmar esa verdad fundamental, que, de muchos, somos uno; que mientras respiremos tenemos esperanza.

Y donde nos encontramos con escepticismo y dudas y aquellos que nos dicen que no podemos, contestaremos con ese credo eterno que resume el espíritu de un pueblo: Sí podemos.

Gracias. Que Dios os bendiga. Y que Dios bendiga a los Estados Unidos de América

dissabte, 17 de gener del 2009

Assemblea de AVALOT


Joves i sincalistes de la UGT, igual que en Balears, no és veritat?

Insularidad

Hecho diferencial. Dos palabrejas que habitualmente son esgrimidas desde los territorios nacionales para argumentar y justificar diferentes planteamientos en sus relaciones con el Gobierno estatal.

Insularidad. Hecho diferencial.

Cada vez tengo más y más claro que nuestra insularidad es un hecho diferencial que nos define como Pueblo, nos otorga entidad y condiciona en gran parte nuestro caracter nuestro modus vivendi.

Nuestra conformación como archipìelago va mucho más alla de una mera cuestión geográfica y se configura también como un claro estado mental, una concepción del mundo propia que nos agrupa como colectivo junto a nuestra lengua, costumbres o derecho consuetudinario.

No entra en especial conflicto para nosotros decir que nuestra lengua es el catalán, que somos Les Illes, Baleares, o como quieran llamarnos en la península, que da igual que en Madrid gobierne PP o PSOE porque aunque sean de nuestro partido siempre serán "otros" que nos sabran apreciarnos (peor para ellos)...

Existe sin duda una conciencia balear, illenca o como querais llamarla, que no se preocupa por definiciones o casillas. En definitiva que no entra en especial conflicto por la exigencia de exteriorizar y "marcar" lo que somos y como somos. Somos así, lo sabemos en nuestro interior y tampoco hay que andar explicándose a nadie (¡que les interesa!).

Como foraster, poc à poc, mi carácter va cambiando, relativizando la importancia de los acontecimientos, pero de cuando en tanto el Celta que llevo dentro no puede evitar mirar con tristura lo grandes que podríamos ser si quisiesemos serlo:



Sana envidia. Enhorabuena, compañeros extremeños

dijous, 15 de gener del 2009

Cagada judicial

Los jueces y magistrados exigen una justicia más moderna y eficaz... tal vez deberían empezar por leerse sus autos y no hacer el ridículo.


El juez de Futura aprueba los despidos de la aerolínea por no fabricar zapatos

El magistrado se plagia a sí mismo y usa para la compañía aérea el auto de la zapatera Yanko

MIGUEL MANSO. PALMA. Quién se lo iba decir al millar de empleados de la aerolínea Futura que su despido obedece a su incapacidad de producir zapatos. Al menos, es lo que refleja el magistrado del Juzgado de lo Mercantil número 1 de Palma en el auto que resuelve la extinción colectiva de las relaciones laborales.
En su escrito, el juez Víctor Fernández resuelve: "No existiendo dinero en caja, la secuencia lógica de los hechos será que no se podrán hacer pedidos, no existirán materias primas y, en definitiva, no existirá posibilidad de fabricar calzado, lo que consecuentemente provocará que no haya ingresos". El magistrado menciona en párrafos distintos la dificultad de la empresa para adquirir "materias primas" pese a que la actividad de la compañía aérea consistía en el alquiler de aviones y el transporte de pasajeros.
El equívoco podría residir en el plagio de otro expediente de regulación de empleo anterior, el de la empresa zapatera Yanko. En aquella ocasión, Víctor Fernández fue también el encargado de redactar el documento cuyos párrafos habría utilizado ahora con Futura. Varios fundamentos utilizados entonces se repiten en la extinción colectiva de la aerolínea.
En descargo del juez, cabría mencionar el elevado volumen de trabajo que soporta su departamento a raíz de la crisis económica. Buena parte de los concursos de acreedores solicitados en las islas han ido a parar a sus manos, como el del Grupo Drac o el de la aerolínea LTE.
El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) estudia reforzar la actividad que llevan los dos juzgados de lo mercantil con uno más debido a la "excesiva" carga de trabajo que padecen a causa del rosario de quiebras empresariales en el último año.


Noticia publicada hoy en el Diario de Mallorca

E.R.E.

Las tareas sindicales nos provocan a algunos la gran satisfacción y resposabilidad de poder influir y mejorar en las condiciones laborales de cientos de compañeros.

Lamentablemente, en determinadas situaciones la capacidad de actuación de un delegado sindical se encuentra excesivamente delimitada por el marco legal, procedimental y jurisprudencial. Sería fantastico poder decirle a los compañeros que si la caja del jefe tiene dinero y ellos no cobran, la abran y se lo lleven, o que en vez de un mes de vacaciones tienen mes y medio porque se lo merecen por su esfuerzo diario.

Pero no podemos. Lo que sí podemos y debemos hacer es llevar al máximo las justas reivindicaciones y tratar de influir y negociar aquellas normativas y convenios que han de ser mejorados o cuyo articulado no compartimos.

Por desgracia, aquellos supuestos en los que resulta más frustrante no poder romper las normas de juego (ya no somos revolucionarios tomando el control de las fábricas) y en los que más duramente trabajamos para lograr las máximas mejoras posibles; suelen ser también supuestos donde muchos compañeros enfadados con la injusticia de la situación cargan contra sus delegados (con mayor o menor razón dependiendo del caso) al no poder hacerlo contra el mercado capitalista en el que viven o contra el sistema financiero que conformamos o contra las lentas normas que tenemos que aplicar.

Ejemplo paradigmático pueden ser los E.R.E´s que invaden la geografía del país. Creo que es indiscutible que muchas empresas se amparan fariseicamente en la crisis para justificar despidos alegales e ilegales recubiertos por la legitimidad del ERE y la necesidad de evitar un mal menor. Creo que en este tema las centrales sindicales están siendo demasiado blandas, ¿pero que sucede con el delegado que negocia con la empresa X perdida en una pequeña localidad y que no sale en los informativos? ¿cómo afrontan estos compañeros la dificil tarea de saber que su capacidad para negociar días de indemnización está limitada y en el 99% de los casos no podrá satisfacer las peticiones de organizaciones demagógicas que solo saben protestar?

Pues en más de un caso serán atacados, se les llamará vendidos y se cuestionará si los principios de su actuación son justos o en beneficio propio. ¿Qué hacer en tal caso? Simple y llanamente, actuar siempre guiandote por lo que consideras correcto, por lo que puede beneficiar al colectivo e intentar explicarlo respetuosamente, sin engaños ni mentiras, ni mucho menos vendiendo humo o apuntándose tantos que nada tienen que ver con la realidad.

Las tareas públicas nos provocan satisfacción a todos aquellos que creemos en el ejercicio y en la lucha por los derechos sociales, por los derechos civiles pero en no pocos casos, tal exposición ´nos somete al escarnio público, a la humillación de la deslegitimación provocada por aquellos arrivistas a los que nada importa o influye el prospero progreso constante y continuado y por ende irreversible de nuestros derechos y siguen buscando el aplauso fácil, la risa del pedo y la carcajada de la tarta en la cara.


El trabajo es arduo, intenso y a veces agotador; con momentos horribles de desasosiego, de cansancio, de decepción, de incomprensión e incredulidad por la inutilidad que para algunos (propios y ajenos) tienen nuestros actos; pero al ver la cara de una persona que se ha quitado la venda, que ya no ve sombras sino realidades, uno recuerda porque hacemos lo que hacemos.


PD: al abrir esta entrada, mi intención era redactar algo totalmente a lo arriba escrito pero sin darme cuenta y casi sin pensar, algo me ha obligado a lanzar estos párrafos. Hoy más que nunca se escribe con el corazón y no con la razón.

dimarts, 13 de gener del 2009

Celada

La wikipedia define la celada de ajedrez como la trampa que se le plantea al adversario al ofrecerle material a cambio de una compensación mayor, como puede ser hacer jaque mate u obtener una ganancia de material que compense el otorgado. Generalmente, si no se cae en este tipo de trampa, el bando atacado no sufre ningún tipo de pérdida y puede incluso obtener mejor posición. Así que hay que pensar si conviene o no los "regalos" del rival.

Aquellos que jugueis al ajedrez sabreis que lo importante de la partida es que al final el rey continue en pie. Este el objetivo que ha de regir nuestros actos y que puede llevarnos a sacrifir diferentes piezas para ganar una mejor posición de cara al futuro jaque. Piezas que en ocasiones pueden ser incluso la propia reina (algunos la ofrecen reiteradamente).

Un novato se amarra a las torres y a su reina como si su vida fuese en ello, y cuando la ven a tiro no dudan en lanzarse a por ella. Por desgracia si en frente tenemos a un avezado jugador esto puede costarnos muy caro.

Lamentablemente también, si nuestra apertura no fue correcta; si hemos perdido el tiempo moviendo piezas sin seguir un orden predeterminado y eficiente; nos encontremos con el problema de que "no caer" en la celada puede ocasionarnos una pérdida de posición, hacernos perder la iniciativa.

Lo bueno de una partida de ajedrez es que es muy larga, y lo importante no es dar jaques, sino lograr el jaque mate.
PD: cuanto más juegas con un rival, más aprendes de él, más lo conoces y más fácilmente prevees sus movimientos. La reina caerá mil veces antes de que lo haga el rey.

diumenge, 11 de gener del 2009

Un año de infarto, un mes de locura

Buff, la de tiempo que ha pasado desde que no entro en el blog!! Vistas las fechas acepto los tirones de oreja que me han ido llegando y no pondré como escusa el tiempo que dedico al facebook. Casi ha sido un mes sin verter pensamientos en esta micropartícula del ciberespacio (hoy estoy de escritura pedante, no lo niego); tiempo en que muchas cosas han cambiado para que todo pueda seguir igualmente diferente:

Hemos cerrado un año donde el capitalismo salvaje contra el que muchos luchamos ha dado una soberana bofetada en otros tantos que hasta ahora defendía el libre mercado como una expresión más de los derechos de la ciudadanía más avanzada.

Dejamos atrás, casi en el olvido para muchos, un ejemplo de lucha de clase durante 2 meses, de autoorganización de los trabajadores y de superación de las estructuras arcaicas y obsoletas de los sindicatos. Todo fue dicho ya, todo quedo escrito hace cien años: en cuanto los dirigentes se convierten en burocracia siempre son barridos por una ola incontrolable que aupa a aquellos en quienes realmente confían. Así ha sido y así será.

Acabamos el año con los últimos congresos del partido y las juventudes, en los que lamentablemente se confundió más de una vez la fortaleza con la ausencia de discrepancia. Candidaturas alternativas, propuestas diferentes incardinadas dentro de unas mismas siglas eran mal vistas. Nunca entenderé como cuando uno dice la palabra Trosky, casi casi le meten en el manicomio cuando las ejecutivas están cargadas de dignos herederos del Stalinismo. ¿Es más débil CC.OO. por el resultado de su congreso, o está más vivo? En fin, cosas de otro foro.

Punto y final también a ese loco mundo de las pelotas capaz de lograr que un miembro (¿miembra?) de ERC manifieste públicamente que se le ha gustado que España gane una Eurocopa por su jogo bonito. La grandeza de España está en sus integrantes, más allá del reparto del pastel que hagan los territorios nacionales y regionales. Cuando sepamos entendernos y estimarnos, aprenderemos a respetarnos y engrandecernos.

En fin, casi que voy cerrando el comentario sobre el 08 porque esto empieza a parecer un refrito televisivo sobre los mejores momentos de año, corriendo el riesgo a mayores de acabar tocando el tema personal.

Decía que a lo largo de estos 30 días muchas cosas han cambiado. Posiblemente la modificación más radical venga dada por la concesión de crédito horario que me ha otorgado mi sindicato y que me libera de las tareas que venía desarrollando en mi Juzgado para darme más tiempo a otras que venía desarrollando (en mayor o menor medida) y en las que el nivel de exigencia ha de ser ahora mayor.

Durante estas pocas semanas he podido ya intercambiar impresiones con varios compañeros y aprender mucho de ellos. Aprender a dosificar los tiempos, a priorizar los movimientos, pero sobre todo, este tiempo me ha servido para reafirmarme en que mi sitio se encuentra a pie de calle, pateando centros de trabajo y no en una cómoda poltrona y me ha valido también para constatar nuevamente como la vida está llena de ciclos y el que ahora abro tendrá una duración más o menos larga pero finita a medio plazo. Como suelo decir, la limitación de mandatos es el único buen ejemplo que nos dejó Asnar. Cuando te tiras tantos y tantos años anclado a la misma responsabilidad acabas confundiendo lo personal, lo particular con el colectivo, reduciendo la visión de conjunto al posibilismo de lo que tú puedes lograr quedando fuera lo demás como si fuera imposible cuando tal vez solo necesite savia nueva. Ayudemos a estos compañeros a descansar… jubilándolos!

Posiblemente mi cambio laboral sea uno de los principales motivos de tener un poco más apartado el blog, ya que lo que antes eran ideas tiradas en la web poco a poco van convirtiéndose en realidades organizativas y formas de lucha sindical que copan “mi producción mental”.

Apartado que no abandonado. Trabajar como delegado sindical no anula mi libre pensamiento, no dulcifica mi crítica fundamentada en la construcción y engrandecimiento de la organización proletaria, no adormece mis aspiraciones de conseguir mejoras reales y efectivas en las condiciones laborales de los que somos trabajadores de justicia. Más al contrario, aquellos que creemos en otra forma de ser, en otra forma de trabajar estamos obligados a dar el doble cada día, a demostrar una y mil veces que la democracia interna, que la sinceridad y el respeto, que nuestra consideración como sindicato de clase y no como un amarillo más, son el camino para recuperar la confianza y la dignificación de la lucha sindical.

No quiero cerrar esta entrada sin reconocer que me siento como un caballo al que acaban de poner unas bridas: revolviéndose, inquieto, soltando coces y corriendo de un lado a otro cada vez más cargado de fuerza a punto de desbocarse o caer rendido. Sujeciones que no me vienen de arriba sino por el hecho de saber que en breve tendré que hacer una pausa y pasarme un mes en Madrid haciendo las prácticas de GPA por lo que no puede poner en marcha muchas de la iniciativas que golpean mi mente. Me obligo a mantener el ralentí personal hasta mi regreso, pero este tiempo no deja de llenarme de esperanza y ganas, de cargarme las pilas al pensar que si a medio gas los cambios empiezan a notarse, una vez desbocado removeremos más de una conciencia.


Iluso no es tener la certeza de que podemos cambiar el mundo,
Sino saber que podemos hacerlo y intentar convencernos de que no se puede.

Seguiremos mil caminos para lograrlo,
pero estamos obligados a llevar a todas partes las ideas por las que luchamos

Reir o llorar