La R.A.E. define el terrorismo como "dominación por el terror". Durante este fin de semana hemos podido ver como tal expresión alcanza uno de sus máximos exponentes: el miedo y su consecuente histeria colectiva.
Surgía la alerta en Londres para continuar en el aeropuerto de Ibiza, saltar el Atlántico hasta el J.F.K. de EE.UU. y retornar a Glasgow. Todo sin un solo muerto, sin un disparo, sin una explosión. Y es que el miedo no necesita de la sangre cuando está ya arraigado en nuestro interior.
El terrorismo cercena nuestra libertad doblemente: por un lado coarta nuestros movimientos y nos encierra en nuestras casas por miedo a lo que puede suceder; y por otro fortalece las posturas autoritarias que defienden un recorte en nuestras libertades a cambio de una ficticia sensación de seguridad.
Debemos combatir a los asesinos pero no permitamos que los tiempos de pánico anulen nuestra condición de ciudadanos para volver a convertirnos en vasallos.
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