¿Alguna vez habéis sentido esa extraña sensación de estar viendo el mundo que os rodea como quien mira una película de la que conocéis el final?
Es algo difícilmente explicable, aunque por seguir con metáforas cinematográficas (vaya días cinéfilos que llevo) sería algo similar a cuando NEO aterriza nuevamente en la Tierra-Ilusión: todo sigue igual, la gente anda de aquí para allá con sus trabajos, niños y ocios, pero NEO, parado entre esa soledad que solo se percibe al estar rodeado de miles de personas, mira a su alrededor, quieto, calmo, analizando cada movimiento. Está allí pero no forma parte del paisaje.
Así me veo estos días en los que no tengo ni un segundo para parar, de un lado a otro sin tiempo a reflexionar pero sin un ápice de estres ni agobio, relajado y seguro, pero sin entender la mitad de las cosas que me rodean, abocado a un huelga diseñada por unos párvulos y ahogándome entre un océano azul encerrado junto a dos pupilas.
O es este mundo loco el que va sin rumbo y a toda máquina hacia la locura o soy yo el que navego ya entre los distantes mundos de la irrealidad soñada y la realidad tediosa.
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